Cristobal tenía todo aquello que siempre se había propuesto y por lo que tanto había luchado. Un puesto importante en una gran empresa, que le permitía tener el coche de sus sueños aparcado en el garaje de su gran y recién estrenada casa y una mujer a la que adoraba por encima de todo.
Su mujer, tenía una sonrisa y una mirada que hipnotizaban a cualquiera. A Cristobal le encantaba. Cristina era todo lo que siempre había soñado y se sentía muy feliz a su lado, pero últimamente se veían muy poco.
Desde que ocupaba su nuevo cargo en la empresa, poco a poco, día tras día iba llegando más tarde a casa y cuando lo hacía, estaba tan cansado que no tenía ganas de nada.
Cristina, su adorable mujer, siempre le dejaba la cena lista antes de irse a la cama, y junto a ella una nota diferente cada día.
Esta noche, cuando llegó a casa, hizo lo mismo de siempre. Dejó las llaves encima de la mesa del recibidor, colgó su chaqueta en el armario y puso el maletín encima de una silla.
Mientras se calentaba la cena leyó la nota que decía:
“La Vida es un Viaje Maravilloso ¿Lo estás disfrutando?
Aquella noche Cristobal no había podido pegar ojo dándole vueltas a esa simple frase que Cris, como a él le gustaba llamarla, le había dejado escrita en un trozo de papel con unos corazones y dos estrellas dibujadas.
A la mañana siguiente, en el trabajo, estaba distraído. Durante los descansos apenas medió palabra, estaba ausente, con el semblante serio y con el ceño fruncido. Hoy más que otros días, se le notaban las pequeñas arrugas de su frente.
Aquél día salió antes de la oficina y se fue a casa en su nuevo y lujoso deportivo, pero con un enorme sentimiento de vacío en su interior.
Cuando llegó, Cris estaba sentada en el porche, disfrutando de una tarde de otoño con una taza de café entre sus manos. La casa entera olía a café recién hecho. Cristobal no recordaba cuánto tiempo hacía que no lo olía. Le pareció una eternidad.
Se sentó a su lado y por un largo rato estuvieron sin decir ni una palabra.
Cristobal rompió el silencio, miró a Cris con los ojos llorosos y le dijo: Me siento vacío, no encuentro mi lugar en el mundo. Pienso que si no existiera, nada cambiaría en la vida, porque no aporto nada de valor a ella. He perdido mi esencia, mi ilusión, mi rumbo, mi sencilla y feliz vida a cambio de acumular más riqueza, más cosas materiales. Siempre más y más.
Siento como si el mundo y la vida sólo quisieran atraparme.
Cris, con el amor y la calma que la definen, le tomó de las manos y le respondió:
Tú no estás aquí por casualidad ni por accidente. El mundo te necesita.
Si tú no existieras, al mundo le faltaría algo que nadie podría reemplazar. Habría un pequeño vacío que sólo tú puedes ocupar.
Y TÚ ¿ESTÁS DISFRUTANDO DEL VIAJE DE TU VIDA? ¿TE SIENTES IMPORTANTE PARA EL MUNDO?
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